No sé. Tal vez es probable que, si somos estrictos con el ser humano, existan profesiones y estilos de vida que, dadas las circunstancias y dado el drama humano, puedan considerarse un pecado social.
Por supuesto, esto jamás se determinará en abstracto, sino que siempre habría que revisar motivaciones e historias concretas. A pesar de ello, me parece posible establecer una norma. La norma de la responsabilidad. En la medida en que comprometas o no tu vida con la vida del otro, en su total indigencia, en esa medida podrá ser evaluada tu vida o como un pecado social o como el cumplimiento y desarrollo deuna vocación.
Un pecado social se caracteriza por promover 'estructuras sociales de pecado', estructuras que por su entramado son inmodificables por individuos concretos y que, por sus efectos, hacen tanto daño a la condición humana que son, en definitiva, pecaminosas. Esas estructuras son propias de una civilización que no mira hacia lo concreto, sino que modernamente basa sus acciones en principios abstractos y fantasmagóricos de acción.
Un pecado social es entregar la vida y dejar la piel en un trabajo cuya misión es estudiar de qué manera puedo vender más shampoos, por ejemplo. O entregar mis días a la misión de diseñar, construir y vender los mejores y los más cómodos jacuzzis que hayan existido jamás.
Eso es definitivamente irresponsable.
Filósofos como Charles Taylor o Hans Jonas se han dado cuenta de eso. En particular, el primero señala por ahí que la filantropía contemporánea es una buena cosa pero que es sin duda un síntoma del grado de inhumanidad al cual hemos llegado: porque hacer el bien es una profesión, y no un instinto humano; porque mirar y cuidar del otro tiene un nombre, y eso implica que no se identifica con la condición humana. Estos filósofos saben que el hombre no es para sí mismo, sino para los otros. Han visto que solamente adquiriendo conciencia práctica de la necesidad de mujeres y hombres responsable es como la civilización del siglo XXI puede salvar al corazón humano y hacer más comprensible el misterio del regalo de la vida.
Creo que, en verdad, hay profesiones y estilos de vida que pueden considerarse pecados sociales en la medida en que se olviden de su destino comunitario y se dediquen a construir su propia torre de acero.
3 comentarios:
Yo creo que, aun en abstracto y a priori, podemos decidir que la abogacía es una de esas profesiones que han de considerarse pecados sociales.
El problema de quienes dejan la piel averiguando cómo vender más shampoos no creo que sea problema de ellos, a final del día hay que sobrevivir. El pecado social no es atribuíble a una u otra profesión (salvo la de los abogados), sino a esa espantosa institución llamada capitalismo, que obliga a las personas a trabajar como burro y a no disponer de tiempo libre.
Simplemente hay que trabajar para vivir bien (definición: la que cada quien considere correcta) y no vivir para trabajar bien (definición: la que cada quien considere correcta).
Cada profesión puede encontrar su camino hacia el pecado, incluso, el sacerdocio, la mas santa de todas las profesiones, puede llegar a ser pecaminosa. Analogamente no funciona el argumento... bueno, en realidad, hay todo un debate en torno a ello que se ha titulado el fín justifica los medios.
Hubieras escogido otro ejemplo que no fuera el de los shampoos, pobre Sus.
También hablé de jacuzzis
Publicar un comentario