El filósofo cristiano hace filosofía desde una experiencia, desde un acontecimiento empírico. No es que quiera racionalizar todos sus prejuicios y hacerlos creíbles o razonables ante un público crítico y escéptico. No es que el filósofo cristiano busque, por medio de la filosofía, razonar sus dogmas. Esa manera de concebir la filosofía cristiana no es, precisamente, cristiana.
El cristiano que hace filosofía ha tenido una experiencia primordial que se la ha mostrado como verdadera. Esta experiencia originaria se ha mostrado, quizás, de manera un poco confusa y difícil de expresar en términos realmente descriptivos pero, ha calado tan hondo en su persona, que le modifica de un momento para siempre.
Esto quiere decir que su filosofar, igual que la vida entera -y concibiendo el filosofar como un modo de vivir-, vendrán motivados por esta experiencia que le ha hecho ser lo que es.
Esa experiencia, ese acontecimiento que es, por cierto, señalable en la biografía del nuevo filósofo, motiva su filosofar en dos sentidos. En primer lugar la filosofía será uno de los vehículos por los cuales se buscará hacer más –siempre sólo un poco más- comprensible la experiencia que le ha modificado, el misterio que ha venido a su encuentro. En segundo lugar la filosofía será también el vehículo para hacer comprensible el resto de la realidad, realidad que, como su propia persona, serán iluminados por el acontecimiento personal que el cristiano ha vivido.
Lo importante es considerar que el acontecimiento que le ha modificado es un encuentro personal que se ha mostrado ya como verdadero y razonable en cuanto que es capaz de dar sentido a toda la vida y de saciar los deseos más profundos del corazón humano. El que se haya mostrado como verdadero no quiere decir, jamás, que se haya mostrado perfectamente claro y distinto, medible y cuantificable, o que sea una gran idea coherente y lógica, o un sistema filosófico-ético perfectamente demostrado. Decimos que se ha mostrado como verdadero porque la persona que ha venido al encuentro es tan formidable que llena –y rebasa-, las expectativas del ser humano en su totalidad. Es un acontecimiento tan pleno de sentido y tan enorme que es capaz de iluminar el resto de la vida de quien lo ha vivido.
Ese acontecimiento es el encuentro con el Amor de Jesús Resucitado.
15 comentarios:
Pero ésta no es la única explicación ¿o sí? Digo, me imagino...
Yo imagino lo mismo. Ésta es la que se me ocurrió a mí ayer.
Estoy de acuerdo en casi todo. Estoy de acuerdo con que el filósofo cristiano hace filosofía desde una experiencia y que su labor no consiste en racionalizar el dogma. No estoy de acuerdo con que esa experiencia sea empírica o de un acontecimiento empírico. El encuentro con el Amor que es Jesús resucitado no es cosa empírica, es encuentro en el espíritu, pero la razón es el espíritu, la índole del espíritu es la demostración; por eso la carta a los hebreos define la fe como demostración. Y además, opino que Hugo Sánchez debe salir de la selección.
¿Y cómo sale al encuentro lo espiritual si no es Encarnado?
El encuentro con Jesús, si bien es espiritual, eso no significa que no pueda ser empírico. En eso consiste la Encarnación: Dios se hace carne para que los hombres lo constatemos con nuestros sentidos.
Y Él se ha quedado en cuerpo y sangre en la Eucaristía para que así siga siendo.
Por otro lado, el amor de Jesucristo es constatable empíricamente -con los sentidos- o más áun: Jesucristo mismo, en el rostro del prójimo, de los más pobres. Es ahí en donde Jesucristo viene a nuestro encuentro. De manera empírica. Y espiritual.
¿De qué otro modo podría venir si el conocimeinto humano nace con la experiencia?
Creo que en el pensar que el encuentro es solamente espiritual hay una rebaba de dualismo. Pienso en Platón, o en Descartes.
El espíritu es espíritu incorporado, y el cuerpo es un cuerpo espiritual. Cuando tocamos a alguien tocamos también su espíritu. Es más: lo tocamos a él mismo. De este modo, el encuentro con Cristo es espiritual, pero también carnal.
Tanto en la Eucaristía como en el prójimo.
Incluso creo que si no es un encuentro empírico, seríamos incapaces de creer. Tomás el apóstol es el mejor ejemplo: meter sus dedos en las llagas, literalmente, es lo que necesitamos todos para creer.
A Tomás se le ha colgado la etiqueta de 'escéptico', pero yo lo etiquetaría más bien de el 'humano', que necesita constatar con sus sentidos que Jesús ha resucitado.
Encarnado, sin duda. Pero carne, en el contexto de la biblia, no significa cuerpo sino ser humano; por eso es que Fray Luis de León prefirió traducir humanación y no encarnación. Desde luego que el encuentro con cristo es carnal, en eso estoy completamente de acuerdo contigo, pero carnal no significa empírico. La experiencia del rostro del prójimo no es empírica. Panim (en hebreo), si bien se traduce como rostro, significa más bien persona o hipóstasis (esto último de acuerdo con los Capadocios); pero por Hume sabemos que la hipóstasis no es dato empírico. La presencia del Mesías en la eucaristía es real, pero no empírica. Empíricamente lo que tenemos es pan y vino. Inclusive la teología tridentina con su teoría de la transubstanciación niega que la presencia del Mesías en la eucaristía sea empírica, pues claramente distingue sustancia de especie sensible.
El pasaje del apóstol Tomás no es interpretado por ningún exégeta en el sentido que señalas. El sentido del relato radica no en que el fundamento de la fe sea "ver" al resucitado, radica más bien en la identificación del resucitado con el crucificado: por eso el motivo de las llagas. De hecho, los relatos evangélicos post-pascuales insisten en que Jesús resucitado no era reconoscible empíricamente.
Yo digo que lo que quiere hacer Diego es construir, evitar a los posmos bien posmos, y no regodearse en la equivocidad ni en la univocidad. Todo esto a ritmo de un baile bien sabrozón.
El que tenga oídos para oír y ojos para ver, en un salón de clase con Beuchot, que me entienda.
Órales Pardo, se ve que sabes un chorro.
No pues lo único que yo quería decir es que es posible tener 'experiencia real' de Jesucristo. Para nombrar eso yo utilicé la palabra 'empírico', pero de acuerdo a lo que dices tú a esa palabra le das un referente retemoderno.
Por 'empírico' yo entiendo simplemente "experiencia", en su sentido más amplio, y en lo que en castellano enendemos por tal palabra: en un sentido fenomenológico, o en el sentido de William James, o como Zubiri en 'Inteligenica Sentiente' por hablar de grandes filósofos.
Creo que la noción de Hume, o de Kant de 'empírico' es una noción que padece de un cierto dualismo, insisto en ello.
En ese mismo sentido no me aclaras cómo el conocimiento de Jesucristo puede ser espiritual (es decir, sin 'empeiría', según las categorías que creo que utilizas). A mi parecer todo conocimiento, aún el intelectivo, comienza por principio en la experiencia, sea cual sea su objeto: una taza, mis pensamientos, lo que escribes en este blog, o Dios: si yo no tengo experiencia de algo no puedo hablar de ello, y a eso me refiero con 'empírico'.
No sé qué digan los exégetas o el concilio tridentino, o cómo se diga 'rostro' en hebreo. Eso es, sin duda, muy importante.
Pero yo solamente puedo hablar de aquello que he exprimentado de alguna forma. Y si se comprende a los sentidos como escindidos del intelecto, pues entonces no podría 'comprender' nada. Son, más bien, la misma facultad: la percepción tiene varias dimensiones: sensorial o intelectiva, pero no deben de tomarse como dos actos distintos, como hacen algunos modernos.
Pero me da la impresión que el problema por el cual disentimos es por el significado de la palabra 'empírico'. ¿No?
Y además opino que Charp tiene razón.
Pues con lo que escribes, no me queda clara la diferencia entre filosofía cristiana, y la teología cristiana.
No la entiendo, aún con la aclaración que escribes: "No es que el filósofo cristiano busque, por medio de la filosofía, razonar sus dogmas" y luego aclaras que ese modo de entender la filosofía cristiana no es cristiana sin explicar porqué (ya te despachaste a los padres platonizantes, entre otros dear).
Bueno, a lo que voy, es que, aunque aclaras eso en un principio, el párrafo que más desconcierta es el siguiente:
"Esa experiencia, ese acontecimiento que es, por cierto, señalable en la biografía del nuevo filósofo, motiva su filosofar en dos sentidos. En primer lugar la filosofía será uno de los vehículos por los cuales se buscará hacer más –siempre sólo un poco más- comprensible la experiencia que le ha modificado, el misterio que ha venido a su encuentro. En segundo lugar la filosofía será también el vehículo para hacer comprensible el resto de la realidad, realidad que, como su propia persona, serán iluminados por el acontecimiento personal que el cristiano ha vivido."
Bueno, ¿qué no se supone que hacer teología es tratar de entender aunque sea un poquito más, la experiencia cristiana? Entonces, la filosofía critiana tiene aspectos (presupuetos, problemáticas, métodos?) teológicos? ¿Es ésta un modo de teología?
El segundo aspecto, me parece, es una prolongación de lo primero porque si se trata de comprender, ahí hay doble galimatías: la filosofía en general, trata de comprender; y si es cristiana, trata de comprender desde la experiencia cristiana: si eso no es teología, no se qué podrá serlo.
Pero quizá debí empezar con algo más elemental: ¿cuál es la pertinencia de distinguir la filosofía cristiana? Me da la impresión que es uno de esos debates parecidos al que había o hay todavía sobre si existe o no filosofía mexicana o filosofia latinoamericana.
Saludos don Dieguu
Sergio.
Nota Bene: yo soy desos "posmos bien posmos". ¿Por qué tanto miedo a lo posmo?
uuuuuh, mello!
Hola amiguitos!!!
Pues nada, chido post sobre la filosofía cristiana.
Y como siempre, el MOE diciendo pendejadas. Felicidades Pardo, te admiro sinceramente.
Aunque "moe" me cae mal, anónimo de arriba, no estoy de acuerdo kontigo. Sera mamon, por citar tantos nombres y verse "muy aká", pero no pendejo. Aun asi me sigue kagando la madre. "comprate un boske y pierdete en el"
Pasando a saludar nomás.
Abrazo
Me lleva. Llegué tarde a la discusión, carajillo.
Según yo, Phoenix, no hay mucha diferencia entre la filosofía cristiana y la teología cristiana. Quizás los métodos cambien un poco: a pesar de que la filosofía cristiana nace también de la experiencia de Cristo, es un esfuerzo en el que la razón lógica busca comprender el mundo.
En cambio, en la teología (no sé mucho, aquí ando a tientas), se razona desde la oración, las escrituras, el magisterio, etc. La filosofía no utiliza eso.
Y de lo último, le pertinencia de hacer la distinción de la filosofía 'cristiana', según yo, es explicitar los presupuestos desde los cuales el cristiano hace filosofía. El chiste es que el cristiano sea capaz de decir: miren, esto filosófico que digo lo digo motivado por mi experiencia de Cristo. Y digo que es filosófico porque he utilizado solamente la razón.
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