Un aguacate fantasma.
A propósito de este chiste, me acordé de un libro que leí ya hace bastante tiempo. Se llama El hombre que lo tenía todo todo todo, de Miguel Ángel Asturias (Guatemala 1899-Madrid 1974). Creo que fue por ahí del segundo semestre de la carrera, cuando pensaba que el mundo era plano (después de eso pasé por varias etapas: pensé que era redondo, como sostenía Colón; luego pensé que estaba sostenido por unas tortugas gigantes, como lo sostenían las tortugas; pero ahora creo que el mundo es como una columna dórica, como sostiene, o sustuvo, Anaximandro; lo que me hizo cambiar de postura fue que estaba incómodo, y lo que mi hizo camiar de opinión fue que Colón vivió engañado, el güey, pensando que llegó a las Indias y Anaximandro, por el contrario, fundó una ciudad), cuando tuve a bien comprar y leer este 'librico', como diría un españolico opusdeico.
Me acuerdo que lo compré solamente porque me gustó su exterior. Está publicado por Siruela, de donde se sigue inexorablmente que el libro es bello. En este caso no es bello bellísimo, pero sí es bello. Es de pasta dura, anaranjado y tiene una imagen de colores en la tapa frontal. De hecho, es un libro para niños: en la parte de atrás trae la clásica esfinge sirueliana y debajo de ella dice: de 12 años en adelante. No es que sean niños niños, pero sí pubertos. Entonces digamos que es un libro para pubertos. Me parece importante recalcar que, a pesar de que el señor Asturias escribió en español, esta edición no está traducida por nadie, así que quien no lea español no lo podrá entender. ¿?
A pesar de eso, el libro salió bueno. Yo no tenía ni la más remota idea de quién era Miguel Ángel Asturias el día en el que compré el libro. No es que me haya vuelto su fans, 'ni mucho menos'... es más, ni tan menos, que no he leído ninguna otra cosa de él después de mi aventura por El hombre que lo tenía todo todo todo, pero sí reconozco que la obra es en verdad buena. Susceptible de ser leída en una sentada, el disfrute y el goce pueden llegar a sus más altos niveles.
El libro habla de un hombre que lo tenía todo todo todo. O casi. Solamente le faltaba una cosa: una semilla de aguacate.
Y por eso me acordé de este libro después de poner en mi blog el chiste del aguacate fantasma.
6 comentarios:
Yo sí me reí, pero sólo por que no me gusta el aguacate.
Mejor dicho, me reí por que me imaginé que todos los aguacates son fantasmas.
Y eso estaría padre, por que así yo disfrutaría que nadie comiera aguacate.
Es que no me gusta, ¿saben?
Recuerdo aquella polémica sobre este tema. Fue buena.
Chihuahuas, ya hasta para comentar posts soy malo.
Después de Ilich, creo que el aguacate fantasma es un buen regreso; igual de bueno que tu regreso a los primeros semestres de la carrera; igual de bueno que las ediciones de Siruela.
Por lo demás, no me gustan los aguacates.
un hombre que lo tenía todo todo todo... mmm no me lo imagino, no será diosito?
muy queer el asunto, pues.
Saludos.
Sergio.
Nota Bene: Insisto, pon tu fotito, anda, no seas tímido. Y... ¿cuándo era que íbamos a chacotiar con Garcín, Lord Chandos y cía????
Ya te gusta la facu de filos???
Mmmm, no. No creo.
Fotos mías, sólo mi madre y mi novia.
¡Falacia de diseño!
¡De que sea editado por Siruela no se sigue que el libro sea bello!
Y me ofendí un poco por Alfaguara. Sólo un poco.
Publicar un comentario