La intención de esto es, únicamente, exaltar la candidez de sus lectores.

lunes, 13 de agosto de 2007

Narn I Chîn Húrin


Apenas ayer terminé Los hijos de Húrin. Es un libro editado por Christopher Tolkien, quien al parecer ha tomado la decisión de juntar una fortuna millonaria garacias a los textos de su padre. Yo hubiera hecho lo mismo. Pero él, sin duda, creo que lo ha hecho bien.
El relato publicado hace unos meses no fue concebido como un libro en sí, tal como fue dado a conocer. J.R.R.Tolkien escribió pocos 'libros', así con inicio y fin y todo eso que un libro debe llevar. Ha sido su hijo Christopher quien se ha puesto a dar orden y a editar varias obras y escritos de su padre para dar a conocer todo el genio que se escondía en los cajones.
La obra de Tolkien es vasta. Su objetivo fue siempre contar historias. En sus cartas nos lo ha dejado bien claro y en el prólogo a la segunda edición de The Lord of the Rings también: sus relatos no tienen ninguna finalidad política ni alegórica ni económica. J.R.R.Tolkien sentía la necesidad de contar historias y generar una mitología para Inglaterra. Sólo el hecho de narrar lo que sucedía en Fantasía le bastó al filólogo inglés para dedicar su vida a una empresa que, por su misma naturaleza, sería interminable. Quizás esto fue bastante pretencioso, pero sí generó un corpus mitológico bastante complejo y lo suficientemente completo como para poder contar con bastantes relatos uniformes y claros. Aún hoy, después de los trabajos de su hijo Christopher, hay historias que han quedado inconclusas, confudidas con otras, y revueltas entre ellas mismas. Pero sí se puede hablar claramente de una cronología completa desde el incio del mundo hasta el fin de la tercer edad (Termina con la guerra del anillo, eso que fue narrado en la pantalla por Peter Jackson).
Tolkien era un filólogo y es desde ahí desde donde hay que comprender su obra. La creación de todas las especies en la Tierra Media no es obra del azar o de un daimon que lo poseyó y lo inspiró. El lenguaje es siempre el inicio de toda una cultura o una raza en la Tierra Media. Todo esto es verdad y suena bien. Pero Tolkien es también un narrador. No solamente un académico en filología, experto en anglosajón y un erudito en los relatos fundadores de la lengua inglesa. Tolkien llegó a ser un antropológo, un filósofo y hasta más o menos teólogo. Fue padre de varios hijos, escritor de cartas y esposo de su esposa.
Sus obras, si bien tienen un origen filológico, no terminan en el idioma. Y me parece que es en Narn I Chîn Húrin en donde el texto filosófico se hace más presente en la obra de Tolkien. The Lordof the Rings es una obra maestra, una gigantomaquia de la fantasía y de la ética. Pero Los Hijos de Húrin es un verdadero tratado de antropología.
El libro es áspero en una buena parte. Al no ser un relato concreto concebido por Tolkien para ser publicado como libro, sólo existían notas de la historia, y la fluidez del texto a veces era inexistente, pero el trabajo del editor es muy bueno. La historia de Húrin y sus hijos es contada también en The Silmarillion, pero no de forma completa y detallada como acá. Lo que Tolkien dejó fueron notas y textos más detallados que otras historias y por ello Christopher pudo dar una coherencia y unidad al relato.
A veces la lectura se hace pesada por la cantidad de nombres (el apéndice de nombres que incluyó Christopher al final del libro sirve de mucha ayuda). No es necesario haber leído The Silmarillion para comprender de qué va Narn I Chîn Húrin, pero sí es necesario estar acostumbrado a una lectura un poco lenta a momentos, pero excesivamente emocionante en otros.
El sabor de boca cuando el libro termina es el de una épica máximamente griega: la tragedia de la condición humana es expresada en los mejores términos y el lector termina comprendiendo por qué el ser humano se autofagocita. Y si no por qué lo hace, al menos que lo hace. Somos unas bestias. Pero aquello que nos hace ser bestias es aquello que nos hace tan gloriosos. La vanagloria, la soberbia, el orgullo, le envidia. Pero también el amor, la caridad, la creatividad y la valentía. Su fuente: la misma.
No hay escena ni final feliz augurable en ningún momento del relato. Las elecciones de los personajes son siempre nefastas y parecería que el destino del hombre está trazado. Túrin, protagonista principal de la obra es un gran hombre, que ha crecido con los elfos, de un linaje soberbio y noble. Pero un destino obscuro pesa sobre él y a cualquier lugar al que va, ensombrece los corazones de los hombres. Sin embargo, parece que no es ese trágico fato el que convierte a Túrin en un hombre pesado, sino las elecciones y las decisiones que toma a lo largo de la historia. Al final del camino, parece que se da cuenta de su propia finitud, pretendió todo el tiempo ser infinito, pero sus limitaciones humanas acabaron condenándolo.

Creo que puedo decir que Narn I Chîn Húrin es de esos libros que adquieren un sentido hasta la última línea. Su lectura es a momentos dificil, y a veces parece que no sucederá nada. Pero es hasta el final en donde la narración adquiere sentido. Igual que la vida humana. Es posible que el trayecto completo no tenga una dirección concreta o un fin bien conocido. Pero hay que segir leyendo. Porque es al final de la vida en donde la mirada retrospectiva ilumina todo el pasado.



Si bien Safran Foer tiene razón al decir que el pasado ilumina el presente, Tolkien alcanza a ver también una verdad importante: es el futuro lo que ilumina la vida del ahora o, en otro sentido, es el presente lo que ilumina no el pasado, sino mi propio pasado. Es hasta el final de nuestros días cuando podemos dar un significado a las penas, a las alegrías, a los triunfos y a los fracasos. No antes. Por eso la esperanza es una verdad que debe ser vivida aquí y ahora. Y por eso es un relato que merece la pena de ser leído.
Seguro hay mucho más qué decir sobre este gran relato, pero por ahora baste con esto.
Y, Cheve, debes leerlo.

8 comentarios:

Guillermo Núñez dijo...

Chanfle Diego, �te imaginas qu� chasco llegar al final y que resulta que no, que tampoco eso da sentido?

Mejor d�a a d�a. Baby steps.

charp dijo...

Órale, qué chido suena eso de Tolkien.

Gustavo Echevarría Navarro dijo...

Sí, Tolkien suena muy chido, ya sea que lo pronuncies como "tolquin", "tolquien", o incluso como algunos mamones: "tsolkhin".

Pero bueno, he de reconocer que me siento halagado por ser referido explícita y textualmente en un post.

Pero me lo vas a tener que prestar, je, je.

Anónimo dijo...

Y bueh... no me animaba a comprar el libro, pensando que podía ser un grand fiasco, pero gracias a ti, me animaré.

Anónimo dijo...

jajajajaja genial, me moria por saber de que trataba el libro, cuando lo vi en la libreria, lo tome, le di la vuelta para leer la reseña y ho por dios, no habia reseña, maldita mercadotecnia, porcierto, te voy a agregar a mi lista de links.

Darío Zetune dijo...

Buena reseña.
Debo confesar que nunca he leído a Tolkien, pero las pelis sí que emocionan. Así que con este libro, me anime a leer a este ñor.

Por lo pronto, te dejo este artículo, donde me parece que hablan del autor, en clave teológica.

Saludos.

Sergio.

Juan Manuel Escamilla dijo...

Amigo:
"Pesa un obscuro destino" es línea de reseña de película. Sí me hizo reír un poco.
Aunque me ha gustado tu experiencia del libro. Y el libro mismo, si se parece a lo que relatas. Quizá sea hora de volver a por la fantasía tolkeniana.

¡Y más vale que le dé sentido la última línea del libro de la vida a tanto folio absurdo!

Chiclocentro dijo...

con que no tan malo eh?
tsssss soy freak de tolkien y tsssss
voy a tener que comprarlo!!!
jejeje